N° 83

Noviembre/Diciembre 2013

Tapa83Artículos:

Nota Editorial:

Las estadísticas demuestran que, a pesar del fuerte crecimiento económico de América Latina de los últimos años, el subcontinente continúa siendo la región más desigual del planeta y la más violenta. Este hecho, agravado por los altos niveles de urbanización que muestran que el 80% de la población vive en ciudades, pone de manifiesto que el principal desafío actual es enfrentar con herramientas eficaces el problema de la pobreza y la desigualdad, que en las zonas urbanas se manifiesta a través de la violencia.

    En el año 2000 un grupo de 189 países resolvieron adoptar las recomendaciones de la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas, más tarde resumidas en los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), entre los cuales están la reducción de la pobreza y también lograr que todos los niños terminen la escuela primaria como una forma de inclusión social que en América Latina permitiría disminuir la violencia urbana. Los ODM incentivaron las ayudas externas y las direccionaron hacia los países más pobres y hacia áreas bien definidas como la educación o la salud pública. Ciertamente que América Latina, que ha venido creciendo a tasas asiáticas, no está en condiciones de aspirar a esa ayuda internacional, sino, por el contrario, debe encontrar las formas de resolver el problema de la desigualdad utilizando los recursos que genera su actual prosperidad.

    Encarar este desafío con adecuadas políticas públicas es fundamental para la región porque si bien el crecimiento económico y la inversión de los últimos años han producido el efecto de disminuir la pobreza absoluta, tal como lo demuestran las estadísticas, el funcionamiento del mercado laboral no siempre garantiza una mejor distribución de la riqueza. En este sentido, las principales herramientas para combatir la desigualdad son los sistemas impositivos y el gasto social. En muchos países, sin embargo, los sistemas impositivos o el gasto público reflejan el poder político de las elites, lo que permite inferir que en muchos casos el desafío es contrarrestar, a través de reformas políticas, el poder de esos sectores establecidos y demás factores de poder que son los que determinan, finalmente, el modo en que se recaudan los recursos y también el modo en que se gastan. Se trata de un desafío que excede con creces el ámbito natural de los especialistas en temas presupuestarios, pero que debe ser tenido en cuenta para poder dimensionar las distintas facetas que presenta la cuestión de la desigualdad social. Este es el desafío de la hora para una región que, además de crecer, debe aspirar al desarrollo integral de su sistema de organización social.

    El importante artículo de Isabelle Joumard y Juliana Londoño Vélez titulado Desigualdad del ingreso y pobreza en Colombia: impacto redistributivo de impuestos y transferencias, demuestra que si bien el crecimiento económico desde mediados de la década del 2000 ha contribuido a una disminución en la pobreza absoluta también contribuyó, aunque en menor medida, al aumento de la desigualdad del ingreso que se expresa a través de una tasa de desempleo todavía alta, un sector informal muy grande y una amplia dispersión de los salarios en el sector formal, lo que hace que Colombia continúe siendo uno de los países más desiguales del mundo. Actualmente, el sistema impositivo en ese país tiene poco impacto redistributivo y su sistema de transferencias no termina de resolver el problema de la equidad, razón por la cual los autores efectúan una serie de recomendaciones que se suman a las reformas que ha anunciado recientemente el gobierno para mejorar la eficacia de los actuales mecanismos.

    En otro orden de ideas, la Revista incluye un interesante artículo de opinión que invita a la polémica, titulado Las dificultades para controlar la deuda pública española; su autor, José Balsa Barreiro, sostiene que, más allá del impacto que han tenido el alto endeudamiento, principalmente del sector privado, y el déficit fiscal sobre la economía española, el verdadero problema a resolver es la ausencia de crecimiento y el consiguiente desempleo. Esto en gran parte ocurre, según el autor, debido a que la crisis de las hipotecas sub-prime en EEUU y la aparición de los denominados activos tóxicos supuso un cierre del grifo del crédito por parte de las principales entidades bancarias sobre el que, hasta ese momento, se sostenía el auge económico de España, particularmente centrado en el sector inmobiliario.

    Por último, bajo el título Introducción al proceso de presupuesto federal en los Estados Unidos, se incluye con fines meramente ilustrativos, particularmente después de lo ocurrido a lo largo de este año 2013 en ese país, una detallada descripción del proceso de formulación presupuestaria realizada por el Center on Policy and Budget Priorities. Esta reseña abarca aspectos tales como el pedido de presupuesto anual del Presidente, que dispara el proceso de presupuesto; la resolución de presupuesto del Congreso –cómo se desarrolla y qué contiene; cómo se hacen cumplir los términos de la resolución de presupuesto en la Cámara de Diputados y en el Congreso; y por último la “conciliación” del presupuesto, un procedimiento especial usado en algunos años para facilitar la aprobación de la legislación sobre gastos e impuestos.

    Todos estos son, sin dudas, temas de gran actualidad que los artículos que se incluyen en esta edición de la Revista Internacional de Presupuesto Público abordan con solvencia, contribuyendo de esta manera a la divulgación de los debates más importantes que hoy tienen lugar, en distintas partes del mundo, en el campo del presupuesto y las finanzas públicas.